Pues si bien el alma, por su capacidad para pertenecer al orden natural que los dioses, en realidad es inferior al cuerpo, y está subordinada a él, y solo con él consigue protección y sosiego. Por todo ello no me parece lógico que los dioses nos hayan condenado a suplicio semejante, y prefiero creer que una vez apurados los trabajos y sinsabores de esta vida, cuando nuestro cuerpo deje de sentir, el espíritu también encontrará su descanso regresando a la nada en la que tan placidamente estaba antes de haber nacido.
El asombroso viaje de Pomponio Flato.
El asombroso viaje de Pomponio Flato.
Ed Seix Barral, 2008
Eduardo Mendoza, -1943
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